…Días después, seguí pensando en el asunto del «Arte» y la «Contemporaneidad«, ayudándome de uno de mis autores de cabecera, como Félix de Azúa: «El arte contemporáneo es nuestro arte porque no cree en nada, no espera nada, no aspira a nada, no se propone nada, es nada, quiere ser nada, sólo puede querer ser nada, y se expresa como una nadería que baila graciosamente sobre un abismo al que contempla con el desprecio de los temerarios (no de los valientes), a semejanza de los adolescentes mudos, bañados de sudor y resignación, que se agitan en enormes recintos con un suelo alfombrado de psicotrópicos usados…». También la muestra Toledo Contemporánea (que tan poco me gustó porque me pareció un propósito posiblemente bien intencionado aunque fallido en el planteamiento; todo y nada es contemporáneo) parecía únicamente querer cubrir nominalmente un programa sin que los resultados importaran una mierda a nadie. Pero claro, según pude ver, el patrocinio era de la fundación de una entidad financiera y otras marcas, creo recordar, y con su dinero hacen lo que les da la real gana, por supuesto. Estaría bueno que no fuera así. Nada que objetar. Yo, por ejemplo, con el mío pagué la entrada. Nada que lamentar, porque tiempo perdí muy poco…»Ahora, poseídos por las instancias oficiales de la salvación, nuestra piel roza desnuda los ásperos muros de las instituciones administrativas, financieras, científicas o burocráticas, actuales créditos del simulacro de salvación. Así que el arte contemporáneo esta también dominado, almacenado, distribuido, pagado y controlado por las instituciones, único lugar en donde la palabra «salvación» conserva el derecho a ser utilizada aunque sea con la certeza de que es un simulacro» Félix de Azúa
29 JUNIO 2014
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