…Después, hacia Ercavica, ciudad romana, o más bien restos a medio excavar, de eso, de una ciudad romana. Me estaba alejando mucho de mi casa. Nada menos que doscientos veinticinco kilómetros que tendría que conducir de vuelta. Llegué a las cuatro menos cuarto de la tarde. Todo cerrado. La pequeña casa de recepción donde supuestamente vendían entradas, también cerrada. Carteles que avisaban de que no se podía pasar y que el horario era de cuatro a siete. A las cuatro y media no había llegado nadie, y yo, como no puede ser de otro modo, haciendo el tonto esperando que llegara el portero que me permitiera pasar donde se podía porque, no había ninguna barrera infranqueable. Menos mal que frente a la entrada había algunas tumbas antropomorfas que me mantuvieron entretenido un rato…
6 JULIO 2014
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