…A las cinco menos cinco nada de nada, soledad absoluta: solo yo con mi idiotez, siempre pegada a mí como una sombra. A las cinco me dije: -tío eres el más tonto del mundo, se te va a hacer de noche y aquí no vendrá nadie- Pasé por donde se podía y me reconvine diciéndome: -para matarte, has perdido hora y cuarto para cumplir una estúpida prohibición que ahora incumples- A lo largo de una hora di una vuelta e hice algunas fotografías. Cuando volví a la entrada todo seguía como antes, completamente solitario y cerrado. Volví a llamarme imbécil y me dispuse a volver a mi casa. Llegué dos horas y cuarto después, algo frustrado y sobre todo cansado…
7 JULIO 2014
© 2014 pepe fuentes