26 AGOSTO 2014

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Vallecas, Madrid (España)
Soporte de imagen
120 MM- ROLLEI RETRO 400 S (800)
Fecha de diario
2014-08-26
Referencia
7128

OTRAS COSAS (a vueltas con los momentos «sociales»): un sábado de Junio nos invitaron a cenar unos excelentes amigos que tienen una bonita casa y en ella una sala museo donde mi amigo coloca amorosamente objetos de la tradición popular que lleva coleccionando desde siempre. Asistieron dos parejas más. Éramos ocho personas y tomamos una copiosa cena a base de ensaladas, callos, quesos, croquetas, calamares, tortilla, carrillada y postres diversos. Nuestros amigos son unos excelentes anfitriones. Otra de las parejas asistentes también son personas amables, atentas, generosas y estupendos anfitriones (en Mayo estuvimos en su casa y nos ofrecieron lo mejor de sí mismos). Todo bien, por ahora. La tercera pareja, amiga de nuestros amigos (tampoco tanto) y solo conocidos nuestros, son personas animosas, risueñas y aparentemente con buenas intenciones, al menos esa imagen intentan transmitir. Hacen gala de un alto grado de socialización y cultivadores de incesantes naderías. Hay mucha gente así. Bromeaban con fluidez y, especialmente con él, nunca sabías donde empezaba o terminaba el sempiterno juego pretendidamente «humorístico». Socialmente, nada hay más mortificante que el gracioso que actúa a tiempo completo como tal y que además se cree ocurrente. Este tipo de gente, tan abundante, habría que recluirla en reservas para evitar contactos enojosos y, a ser posible, para que se destruyeran entre sí. Reclaman atención constante y ellos, a cambio, solo te miran para comprobar si les ríes sus gracias. El individuo en cuestión, por si fueran poco sus desafortunadas maneras de estar, enseguida mostró su prevención y desconfianza sin sentido hacia el resto de los invitados: cuando alguien le preguntó a qué se dedicaba, no solo no lo dijo, sino que se permitió el lujo de tomarnos el pelo con burlonas ocurrencias descabelladas (como director de grandes empresas internacionales y majaderías parecidas). Sin duda, el individuo pensaba que éramos idiotas de remate, seres inferiores que solo merecíamos ser víctimas de sus ocurrencias sin sustancia. Por mi parte, procuré no dirigirle la palabra, ni esa noche, ni lo haré nunca más. Para estas desafortunadas situaciones suscribo la idea de Will Gompertz cuando se refiere al suprematismo (que nada tiene que ver con lo que me ocupa, por cierto): «No podemos evitar sentir que el aspecto sobrio y mínimo es un signo de inteligencia, reflexión, modernidad y sofisticación»… 

Pepe Fuentes ·