CARTA A EMMA LOUISE IV.
Hace hoy un año me despedía de ti diciéndote: «querida Emma, felicidades otra vez, y hasta dentro de unos meses». Pues bien, los meses pasaron, incluso un año hoy, y volviste por aquí, por donde andamos nosotros, tu familia española. Cumples cinco años y ya has crecido mucho en todos los sentidos: he notado cambios sensibles en ti durante tu larga ausencia. Como ya sucedía antes, todo lo que te rodea te inspira y provoca respuestas creativas, originales. Expresivas, sobre todo. Nada te resulta indiferente. Hemos hablado poco, como siempre, aunque esta vez creo que algo más. Me gustaría que algún día pudiéramos tener una larga conversación, que me contaras como ves tú este asunto del mundo y todo lo que se te ocurra decirme. Y sobre las cosas que más te agradan y apetecen. Lo de tus ganas, es importante eso de las ganas, porque sin ellas nada tenemos que hacer. Yo no te podría contar gran cosa porque a mí ya no me pasa nada de nada y de lo que me ha ocurrido casi no me acuerdo o tiene poca importancia. Este año, cada día, cuando te llevaba al campamento de verano, al ir, apenas hablabas, ni siquiera con tu hermana Lucía. Sin embargo, al volver, charlabais animadamente entre vosotras y claro, yo no me enteraba de nada, solo miraba por el espejo retrovisor para al menos quedarme con vuestras expresiones. A veces os preguntaba algo a lo que contestabais brevemente en español y seguíais charlando en inglés. Es natural -pensaba yo- aunque habría preferido que nos entendiéramos en la misma lengua. No obstante, cada vez tienes más recursos y vocabulario español. Bueno, era mi papel: grandpa diligente y cariñoso chofer. Siempre que tienes ocasión, y especialmente en las reuniones familiares, te encanta, cada vez más, exhibir tus dotes interpretativas como original bailarina que inventa coreografías para cualquier canción o ritmo que suene. Seguro que podrías ser una estupenda intérprete de cualquier disciplina porque además te encanta tener público (a mí eso siempre me ha gustado, en eso nos parecemos). Bueno Emma, una año más me has tenido rendido a tus encantos y expresividad. Cuando llegó el momento de despedirnos el quince de Julio (vinisteis el diecinueve de Junio) de vuelta del campamento, me llamó poderosamente la atención que me miraras y me dijeras: –gracias a ti– para así expresarme el agradecimiento de que te hubiera llevado cada día al campamento donde tan bien lo pasaste. Querida Emma, felicidades otra vez, y hasta dentro de unos meses. Un gran beso para ti.
28 AGOSTO 2014
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