…En este breve viaje a Polonia, aunque creo que mi actuación ha estado por encima de otros, lamento comprobar que tuve tiempos muertos, sin reflejos. Momentos sin impulso, quizá porque el deseo estaba adormecido o perezoso. Por ejemplo: un parque umbroso de altos y centenarios árboles en los que había pequeños lagos que se comunicaban entre sí. Lo más increíble es que ese majestuoso jardín natural se encontraba en un pequeño pueblo perdido al sur de Varsovia. Ni siquiera saqué la «máquina» de captar realidades inauditas de mi maleta rodante. Lamentable. Puede no verse lo misterioso y, entonces, ese tesoro no era para ti, no pasa nada; pero sí pasa si lo percibes o intuyes, si sabes que en ese sitio hay «algo» que te está reservado y no haces absolutamente nada. Eso es, sencillamente, imperdonable y estúpido. Me ocurrió una mañana de desorientación en uno de los varios pueblos llamados Ujazd, y que era el erróneo, el que no buscábamos. Si llegamos hasta allí por un motivo equivocado era porque allí tenía que fotografiar, quiero pensar, y sin embargo no lo hice. No, no tengo fotografía del misterioso parque de Ujazd. Quizá eso nos propició llegar enseguida a otro lugar elegido: El «Bunker en Konewka», lugar inverosímil donde fotografié bajo un diluvio que se desató nada más llegar…
13 SEPTIEMBRE 2014

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