Post Scriptum II al relato de impresiones del viaje (diario de septiembre) a Polonia, en Agosto: cuando salgo de mi provincia (también en ella) procuro acercarme a lo que me encuentro, a lo que me rodea en cada momento, a lo que miro y a veces vislumbro, a lo que vivo, a lo que siento, a través de lenguajes que no entiendo bien, que no me son propios: fotografío, pero no soy fotógrafo; escribo, pero no soy escritor. De ambas cosas soy plenamente consciente y forman parte de mis inconmovibles certezas. Soy un impostor honesto, porque no engaño a nadie, ni siquiera a mí mismo. También hago viajes (cortos y modestos) pero no soy un viajero. Persigo la belleza, pero no soy un entendido, o un artista y tampoco un esteta. Me gustan las mujeres y los juegos amorosos, pero soy tímido y medroso, nada intrépido y tampoco divertido (no se puede seducir sin hacer reír). Empleo mucho tiempo de mi vida en leer, pero no soy lo que podría definirse como provechoso lector, y mucho menos un intelectual. En realidad no soy nada de nada, salvo un aplicado y obsesivo aficionado a todo lo inalcanzable que me gusta un poco. Y sobre todo, alguien que es consciente de que su vida se le va por los agujeros del inmenso tiempo perdido e intenta retocar un poco la foto final. En el ejercicio de ese –ser y no ser– al mismo tiempo, me aventuro en explorar imágenes y palabras, juntarlas y que todo revuelto tenga algo de sentido para mí y mi tiempo. «Una palabra nunca es lo contrario de un hecho, sino su posibilidad, su descripción o su recuerdo. Y una palabra tampoco es lo opuesto de una imagen, sino su complemento, su fábrica, su nombre». Andrés Neuman
2 OCTUBRE 2014
© 2014 pepe fuentes