HISTORIAS DE UN HOMBRE SIN HISTORIA II:
Al día siguiente volví a coger la pesada máquina grande de fotografiar personas, animales y cosas (y también caracoles blancos) y me propuse llegar hasta el camino diario de andar (ir y volver). Me sentí exhausto nada más cerrar la puerta de mi casa y avanzar un par de pasos pero continué determinado, sobreponiéndome a las ganas de volver y tumbarme a leer (que es lo que más me gusta). Ese día quería ver y fotografiar los caballos desganados y a la burra y la burrita y, quizá, a los caracoles blancos…
«Hasta los signos vienen
las sombras torturadas
Pienso en el día en que los caballos aprendieron a llorar».
Antonio Gamoneda
25 OCTUBRE 2014
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