9 DICIEMBRE 2014

DIGRESIÓN DOS: Desde Berlín, tributo a Lou Reed. Autores: Juan Villoro, Juan Cabestany y Pau Miró. Magníficamente interpretada por Nathalie Poza y Pablo Derqui. También fueron importantes otros miembros del grupo artístico que intervinieron en la puesta en escena: los autores de la escenografía, iluminación, videocreación y dirección (Andrés Lima). Sí, volvimos al teatro el quince de noviembre; la anterior vez fue el cuatro de octubre y ya teníamos ganas. La obra comenzó con un diálogo brillante y chispeante intencionalidad entre los dos únicos personajes, Caroline y Jim, en una esquina, en Berlín. A partir de ahí la obra se derrama incontenible, plena de texturas, claroscuros y con intensa y brillante carnalidad. Dura y amargamente interpretada. Desde el punto de vista escenográfico: iluminación, creaciones videográficas, música y efectos dramáticos, perfectamente coreografiados, apoyaban insuperablemente la historia. La hora y diez minutos de duración, tiempo justo para esa obra, transcurren en un suspiro de emoción y tensión. Las interpretaciones soberbias; Poza y Derqui (ambos de expresión directa, empática y de potente capacidad de transmisión emotiva), se meten convincentemente en la piel de los atormentados personajes. Y, por supuesto, la música y las letras de Lou Reed, del disco publicado en 1973, que los actores recrean en algunos momentos. Dice un texto de internet sobre la historia que se despliega: «una politoxicómana que vende sexo para pagar vicios y a quien los servicios sociales quitan la custodia de los hijos. Él, proxeneta y maltratador. Ella, prostituta y drogadicta. El álbum fue concebido como una tragedia temática y con ciertos afanes bretchianos sobre la muerte, el suicidio, la autodestrucción y el sexo». Sí, esa es la temática, a grandes rasgos, y a partir de ahí surge la verdadera obra teatral. A medida que la historia avanza sientes que hay determinados seres y destinos que son imposibles, que no hay solución para ellos, que solo pueden ser como se presentan, sin redención posible. Las historias de amor vienen predeterminadas por la naturaleza de los contrayentes y se encontrarán ineludiblemente porque su ser, su alma y su destino así se lo han reservado y luego, todo sucederá ineludiblemente sin que ellos apenas puedan intervenir. Caroline y Jim, solo podían encontrarse y destruirse. La fatalidad no se puede soslayar. Pero la gloria de esta obra es que su -sino- está insuperablemente contado. «un poema de amor que pasea por el lado sombrío y salvaje de la vida» dice el director: Andrés Lima.
«Le quitan a sus hijos / Porque dicen que no es una buena madre / Le quitan a sus hijos / Porque se acuesta con unos y otras / Y con todos los demás / Como esos soldados baratos con los que liga frente a mí» (de la canción de Lou Reed)