…«Todo lo que ha sobrevivido ha alterado poco a poco su recuerdo porque su presencia real es incompatible con la memoria, pero lo que hemos perdido en el camino sigue congelado en el instante de su desaparición ocupando su lugar en el pasado». Alberto Méndez
Lo desconcertante y maravilloso de los momentos que tenía reservados para la mañana del dieciséis de octubre es que lo que permanecía en la memoria, congelado, se vería convulsamente alterado por una presencia real; luego ya no serían solo memoria ni tampoco realidad, por estar tan brumosamente contaminada por lo que hasta hacía un momento eran tan solo afectuosos y melancólicos recuerdos. No entendía bien lo que sucedía. Pensaba: -dentro de exactamente cuatro horas estaré frente a la puerta de su casa y me sentiré terriblemente nervioso, pero confiado-. En los últimos años he vivido algunas experiencias parecidas y han resultado decepcionantes, sencillamente porque la vida no había hecho nada en especial con esas gentes de las que hacía tiempo no sabía. Seguían como antes o tal vez peor y eso resultó desolador: los tontos seguían tontos; los listos, listos; y los que nada de nada, pues así, nada de nada. Y yo también, igual a mí mismo. Pensaba: -en esos casos no debí intentarlo porque aunque no confío en las gentes le tengo mucha fe a los efectos del paso del tiempo, siempre sueño que obre milagros-.¡¡¡qué inmensa e ingenua bobada!!! Pensaba: -no debes preocuparte, porque Manuel y Tete no te defraudarán, seguirán siendo personas grandes y estimables, dignas de todo el respeto y cariño del mundo-. Sí, de eso estaba seguro porque era imposible que se hubieran abandonado, estaban constituidos por sustancias nobles e incorruptibles…
P.S. Por qué aparezco yo en esta fotografía que hice de esta escultura de Manuel en una exposición de 1982? No tengo ni idea, pero al verme (sí, creo que soy yo) me he asustado un poco porque no es lógica, más bien es como una aparición paranormal.
15 DICIEMBRE 2014
© 1982 pepe fuentes