Ayer me fijé mucho en Tristan Tzara que era un gran artista. Fue porque yo habría querido ser tan artista como él. Pero no ha podido ser, quizá porque él nació en un sitio tan curioso como Moinesti, ciudad del distrito de Bacau, en Rumanía, nada menos, que parece un sitio remoto y estupendo para que nazca un artista. Quizá todos los nacidos en ese lugar también sean aristas. Yo nací, o al menos me crié, en un sitio también raro: El cerro del Acebuchal, en Zurraquín (ahora no sé si pertenece al distrito de Argés, o tal vez Guadamur, o a ninguno) pero no es lo mismo que Moinesti y, aunque también parezca un sitio propicio para que prenda el talento artístico, lamentablemente no ha sido así y la prueba es que nadie que haya nacido en ese solitario cerro ha llegado a nada en arte, que yo sepa. Ayer, también, en mi desesperado intento de parecerme a un artista, plagié a Borges, que lo era inmensamente. Dijo: «El mundo desgraciadamente es real, yo desgraciadamente soy Borges».
26 ENERO 2015
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