DIGRESIÓN DOS (5): Boyhood (2014) guión y dirección: Richard Linklater.
Tres días después de verla me dispuse a escribir estas anotaciones sin tener claro aún si la película tenía un verdadero sentido para mí, independientemente de que la viera complacido. Seguí leyendo sobre ella y lo que en principio pensé que sería un acuerdo triunfal y unánime de los comentaristas, enseguida empezó a dejar de serlo. Entre tantas cerradas ovaciones, algunos se mostraban críticos en el sentido que curiosamente sentí el viernes por la noche, cuando me equivoqué en el enfoque que creí que Linklater había dado. Marcos Rodríguez:«El secreto de Boyhood es que, aunque no lo parezca, no se trata de una película sobre el paso del tiempo sino, otra vez, de una película sobre el presente…¿Qué es lo que se puede decir del tiempo, más que pasa? El tiempo, esa dimensión en la que existimos, es en su transcurrir irrelevante. La vida está siempre en el presente. La banalidad del tiempo se refleja en la banalidad de la narración: la verdad no está en la acumulación de hechos. Está en otro lado». Otro, Marcos Vieytes, abundaba en esa idea, la irrelevancia del mero paso del tiempo físico sin desgarradura dramática, de la que Linklater no quiso saber nada: «Además, resulta trivial en el contexto de un mundo en el que ya cualquiera puede grabar continuamente a los suyos a través del tiempo y editar lo grabado hasta darle continuidad representativa. Si hasta la ausencia de guión de esas películas caseras puede hacer que sean mucho más efectivas que esta ficción a la que se le ven demasiado las costuras, tanto que eclipsan la singularidad del experimento propuesto»…. «En la película de Linklater no hay sueños, no hay recuerdos, no hay fantasías, por ejemplo, y eso que la personalidad del pibe indica a las claras que todos esos mundos abundan en él como, por otra parte, en todos nosotros»…»Linklater hizo otra película más sin poner el cuerpo, otra película más en la que la palabra -del guión más que la de los personajes- oculta el acontecimiento, incluso cuando lo tiene delante suyo todo el tiempo, en esos ojos antediluvianos del chico fijos en un fuera de campo que el director tapia de antemano con planos previos de lo mirado…» He recurrido a la profusión de citas críticas por dos razones: una, para intentar aclarar mi ambivalencia o más bien mis contradicciones en cuanto a la opinión que me merece la película; dos, para orientarme en mi empeño, en mi obsesión por abordar el paso del tiempo a través de geografías y texturas humanas con mis fotografías. En este momento pienso que no tengo nada claro dónde están las claves para entender el paso del tiempo, el paso por la vida. Sigo bastante perdido.