DIGRESIÓN UNA (2): El impostor, Javier Cercas (2013). En la última parte del libro, Cercas presta su voz a Enric y se la da a sí mismo: le queda creativo, interesante y autocrítico y también le sirve de pretexto para ajustarse las cuentas rigurosamente; pero a mí no me convence porque se nota demasiado que es una protuberancia, una digresión innecesaria de la historia (aunque puede que no y sea necesaria, eso no lo tengo claro). Huele a disculpa ante Marco por haber pasado hasta las más recónditas estancias del alma vulgar del individuo. De algún modo se apiada de él, cuando maldita la falta que hace, y sobre todo al propio Marco. La compasión de Cercas le sobra a Marco, él no está para esas sutilezas, él está para los focos y cuanto más intensos mejor, aunque parezcan crueles. A lo largo de la lectura no podía menos que pensar: qué suerte ha tenido Marco, esta obra seria y rigurosa está muy por encima de sus méritos y ha puesto un hermoso y espectacular colofón a su infame histrionismo. Sin Cercas, Marco sería menos Marco, quizá tan solo una ridícula e imperdonable anécdota. Me han gustado mucho las analogías que incorpora Cercas sobre Alonso Quijano EI Bueno: Don Quijote enloquece, claro, pero veraz y poéticamente. Nunca engañó a nadie porque pasó a ser otro; él fue Don Quijote, con todas las consecuencias. Marco siempre es el mismo, burda y estúpidamente y siempre sabe que no es quién dice ser. Es un «don mentiras» y quizá la peor de todas es cuando se atribuye falsos hechos heroicos en su lucha contra el franquismo cuando en realidad solo fue un ser anodino y acobardado, sin ética ni épica. En el lúcido y valiente retrato de Cercas, aparece como un pobre hombre indigno, desbordado por la enfermiza necesidad de reconocimiento, un exhibicionista solitario, pornográfico y obsceno que no duda en burlarse de millones de víctimas con su comportamiento indigno y que en el colmo del cinismo pretende dignificarlo con principios morales. Y no solo de las víctimas sino que también convierte en víctimas a todos los que le prestaron atención. De algún modo y por desgracia, Cercas alimenta su repugnante locura, su desatada y enfermiza vanidad, dedicándole tanto tiempo y esfuerzo, creatividad y sabiduría narrativa. Por último, resaltar la indudable valentía de Cercas para acercarse a un peligroso e infeccioso personaje. Gran obra: fluida, apasionante, ejemplar.
2 FEBRERO 2015
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