MISCELÁNEA y IV:…Sigo con mis formas inconvenientes, o no trabajosas, o tal vez caprichosas y ociosas: el puro y desganado azar. El caso es que el lunes día dos, después de un fin de semana algo aciago, o lo que es peor anodino y frustrante, me senté en mi cheslóng de escribir y después de Cristino de Vera, reparé en un artículo de Vicente Verdú (me gusta mucho este articulista y escritor) titulado: El artista desnudo. El artículo comienza con una afirmación potente: «Nunca se experimenta mayor conmoción ante un cuadro que cuando impone su poder».Curiosamente, el planteamiento de Cristino y el de Verdú en este artículo eran tremendamente parecidos; ambos hablaban de lo mismo y eso me llevó a preguntarme si era pura casualidad o es que yo también siempre estoy en lo mismo. Que no solo busco la confirmación de mis sospechas en los demás sino que a estas alturas, encima, las encuentro fácilmente a golpe de click en el intervalo de solo una hora. ¡¡¡Qué previsibles pueden ser las cosas!!! Vicente habla de la cristalización de la madurez y de cómo esta se pone de manifiesto en una determinada esencialidad consecuencia del mucho trabajo y del mucho tiempo de búsqueda (como Cristino). Habla del artista como un profundo oficiante de lo divino a través de la belleza, de la mística del arte. Dice Verdú: «Sólo más tarde, en la época de la avanzada madurez, lo que conlleva la elegante contigüidad de la muerte, es cuando se entiende que el bien y el mal son piezas de acero y la estética también. La estética es siempre muy difícil de resumir pero algo hay de mágico en su trabajo por imponerse de un golpe y sobre un único pálpito de la emoción. Esta cualidad, visible en la veteranía y difícil de detectar en la iniciación, explica la diferencia de trato que recibe de unos y otros artistas». El contenido y sentido es el mismo en Cristino que en Verdú. Pienso, o más bien siento lo mismo. Y toda esa conjunción se dio en una misma mañana. Solo me resulta curioso un aspecto en lo que se refiere a lo «mío» y es que yo mis más logradas imágenes las realicé en mis dos primeros años de actividad fotográfica. Luego, casi todo lo hecho se puede mandar a la mierda. Luego soy un proceso inverso que no demuestra nada, o quizá solo la existencia de la casualidad o más bien el profundo error que supone mi paso por la vida. Por último, algo más del artículo de Verdú: ¿Los aplausos? ¿Qué lenguaje vulgar es éste que se apoya en el expediente de la aclamación? Lo divino es el silencio. Lo importante es la nada. El final más atinado es igual al cenit de su imposible repetición». Luego estoy en lo cierto: trabajo, laboro, sin cobrar y sin aplausos. Me esfuerzo para lo importante y lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo ya: para la Nada.
14 FEBRERO 2015
© 2013 pepe fuentes