20 FEBRERO 2015

© 2011 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2011
Localizacion
París (Francia)
Fecha de diario
2015-02-20
Referencia
5001

«Cuando dijo sus últimas palabras en el lecho de muerte, estaba solo». Juan Antonio Masoliver Ródenas. Me gustaría contar cuentos y decir palabras interesantes, o al menos entretenidas; sí, saber contar o escribir cuentos. También escribir y componer canciones. Y ya, en el colmo del sentido del placer más intenso, largas novelas: complejas, profundas, repletas de personajes  metafísicos, pero también románticos y reconocibles. Me gustan las historias románticas, pero con un punto de fatalidad, de imposibilidad. Soy un lloroso ser abocado a las creaciones melodramáticas. Me emociono con facilidad, infantilmente casi. Ah, y en las «pelis» suelo llorar, en muchas de ellas. También gimoteo íntimamente, asustado, cuando pienso que  estoy abocado a la muerte, cuando imagino el momento de la despedida de este mundo. En esos instantes que procuro alejar de mi cabeza me entristezco y siento pánico. Recuerdo a menudo a mi madre, cómo no acordarme de ella: herida fatalmente por un maldito cáncer, paseando por el pasillo del hospital, nos decía a Naty y a mí: -es pronto, es muy pronto para mí, ahora- (tenía sesenta y cinco años y murió cuatro meses después). Estoy harto de encontrarme con tantísimos héroes mentirosos, casi todos famosos e importantes, que cuando hablan de la muerte, todos, sin apenas excepciones dicen, haciéndose los «interesantes» que –no tienen miedo a la muerte– ¡¡¡Necios!!! Por qué se engañan de ese modo tan estúpido y encima pretenden que los demás se lo crean. Yo sí, yo sí tengo un miedo incontrolado a la muerte. Cómo no sentir un aterrador vértigo, convulsiones de pavor, si me imagino en la profunda oscuridad húmeda de una tumba, sin que el sol vuelva a salir nunca; en la más absoluta soledad, en el olvido que crecerá al mismo ritmo de la descomposición de mis carnes. Cómo soportar la idea de la inexistencia si ahora existo y siento calor, y placer, y me río, y me entristezco, y contemplo el mundo, y leo, y quiero a algunas personas (no muchas, eso sí), y disfruto del arte, y de la gente (solo a veces), y de orgasmos arrasadores que me dejan con una sensación beatífica y una sonrisa boba por no explicarme, todavía, a pesar de mi avanzada edad, que a los humanos se nos haya entregado la posibilidad del intensísimo placer del sexo. Cómo no voy a sentir pavor ante la muerte si todavía deseo y los sentidos, todos, me siguen acompañando. Me parece que soy un buen tipo, y lo soy porque estoy repleto de pasiones, sensualidad y ganas de pasarlo bien. Hay que desconfiar de los que dicen no temer a la parca, esos solo pueden ser gentes simuladoras, de oscuras, sospechosas y espurias intenciones. Y mentirosos, o lo que es peor: «tontos».    

Pepe Fuentes ·