…Qué lástima que no me sienta dentro de tan preclara y piadosa filosofía católica en este caso, porque quizá podría tocar y tocar el tambor o ponerme un capuchón y arrepentirme de mis pecados y culpas y así redimirme. Sí, porque también están los anónimos emboscados en sus tétricos capuchones. Estos son la versión mística y sosa de lo mismo. Van detrás de los ruidosos en interminables filas a lo largo de cada uno de los lados de la calle. No dicen nada ni tocan nada, ni expresan nada, solo avanzan lentamente con un cirio en la mano. Los de este año me parecían cansados, distraídos, tontamente solemnes…nada que ver con la carnalidad sudorosa de los ruidosos tocadores de tambor…
12 ABRIL 2015
© 2015 pepe fuentes