…Me movía lentamente, con dificultad, entre la aglomeración y, de vez en cuando, alzaba la cámara con mucho esfuerzo e incomodidad para fotografiar lo ya fotografiado en las varias ocasiones en las que había estado a lo del tambor. Así pasó, que casi todas las fotografías que realicé quedaron desenfocadas o movidas; luego puede que interesantes. Pero repetidas. Un puto desastre. Me preguntaba hasta qué punto la fotografía sirve para descubrir e incluso inventar. Y, por supuesto, para saber. El caso es que seguí entre tanta gente observando a los de los tambores (y a los de la escondida culpa, los de los capuchones) y no, una vez más, no parecía que fuera a conseguir enterarme de por qué suceden esas cosas. Bien es verdad que mejor ir a Cuenca que quedarme en mi casa; y una vez allí, mejor fotografiar que no. A lo de saber ya no llegaré, pero eso, en definitiva, da igual, porque ya no aspiro a saber mucho más de nada, solo quiero pasar el rato sin daño, es decir sin demasiado aburrimiento.
14 ABRIL 2015
© 2015 pepe fuentes