…El «germen almendrado» (curioso recurso literario de Juan Estanislao) no es otra cosa que el desfile de los procesionarios, hombres y mujeres vestidos para la ocasión, en dos filas, una a cada lado de la calle. Las reglas y el orden escénico no cambia nunca. Avanzan despacio, dejándose ver (y fotografiar). A veces tienen que parar y aprovechan para mirar discretamente a su alrededor para ver si son vistos. Adoptan gestos adustos, ceremoniosos e inexpresivos. Parecen disimular, quizá porque se sienten culpables de falta de humildad (virtud tan exaltada por el dogma católico). Ya lo dijo el papa Gregorio Magno (San Gregorio): «La vanidad es el comienzo de todos los pecados»…
11 JULIO 2015
© 2015 pepe fuentes