…SOBRE EL CONFORMISMO Y EL PLACER EN LA MUY MADURA EDAD II: Delante de nosotros teníamos unas raciones y cervezas y un poco más allá una piscina y a lo lejos una vista parcial de torres y tejados de la ciudad y, sobre ella, una espléndida luna llena que hizo que algunos clientes del restaurante y aficionados a fotografiar apuntaran sus móviles y cámaras hacia la escena. Una bella postal, sin duda. Quizá, a estas alturas, el hacer postales es lo único que podría salvarme fotográficamente. Detrás de nosotros cenaba una pandilla de gente vagamente conocida que bordea peligrosamente la cincuentena, o más, muy representativos del arquetipo de pequeño burgués insustancial de la ciudad. Transmitían la imagen de disfrutadores de la vida, supongo que algo así como a lo que se refirió Gabriel. Lo que no sé es su grado de consciencia de la condición que yo les atribuía, de si se veían así o no (obviamente, no se lo pregunté). Sí, yo también tengo cenas parecidas a veces, con mis «amigos», los de «disfrutar», pero lo hago sin vocación ni verdadero deseo y claro, entonces, la diversión se me queda pobre, sosa, muy corta. Ah, y desde luego nunca podría hacerlo junto a ese tipo de gente que teníamos al lado; no, esos no me gustan nada, a pesar de ser tan próximos, tan de aquí…
8 AGOSTO 2015
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