DIGRESIÓN TRES (2ª parte). Les Revenants (2012), Fabrice Gobert y Emmanuel Carrère (coguionista). Serie TV. Francia. A pesar de que son ocho los capítulos de casi una hora, la terminamos en tres días (dos días de tres y uno de dos). Los seis primeros (donde aparece en los títulos de crédito como coguionista Carrère) espléndidos, y los dos últimos (donde ya no está) no, fallan en casi todo. Soberbiamente rodada, con un guión sin desfallecimientos y perfectamente urdida con tramas entrecruzadas. Una tensión creciente sustentada en hechos misteriosos que se entremezclan con el devenir cotidiano de la pequeña ciudad. Las interpretaciones son una suerte de lujo añadido, sutiles y potentes en todos sus personajes. Esa fantástica trama se hace creíble porque el fantasma de la muerte convive con nosotros permanentemente; quién no ha imaginado que súbita y sorprendentemente aparecen los muertos propios frente a nuestra puerta y nos interrogan por lo que ha sido de nuestras vidas desde que ellos faltan. A veces me asalta la idea de que mis padres vuelven e imagino cómo reaccionarían ante mi vida ahora, los comentarios que podrían hacer sobre la casa que hemos construido sobre la que fue la suya. O sobre la evolución vital de su nieto y de sus biznietas a las que no han podido conocer. A fin de cuentas, el núcleo germinal del cristianismo se fundamenta en la imposible resurrección de la carne. Luego está lo demás: la literatura de acompañamiento que relata los hechos prodigiosos consecuencia de los superpoderes de los protagonistas, especialmente del jefe de la partida, trufados de «piadosa» filosofía de autoayuda. Millones de personas en el mundo creen en la resurrección de la carne inspirada en el cristianismo y Carrère, en El Reino, incorpora una posible cita de San Pablo al respecto: «Si se proclama que Cristo ha resucitado, ¿cómo algunos de vosotros podéis decir que los muertos no resucitan? Si no hay resurrección de los muertos, Cristo no ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado nuestra predicación es vana y lo que creéis es una ilusión». Pero, lo que tanta tensión y placer nos estaba causando, a partir de capítulo siete se estropea, se hace simple, feísta y previsible. Pasamos a una vulgar historia de zombis que se descascarillan y actúan en pandilla, como suelen hacer estos seres tan maquinal y obsesivamente peligrosos, dando miedo a todo el mundo (eso lo supongo porque no recuerdo haber visto ninguna película o serie donde aparezcan semejantes engendros). Una lástima. No obstante, como en la segunda temporada que se acaba de estrenar al parecer también colabora Carrère, echaremos un vistazo, pero eso sí, bastante escépticos. Ya veremos.
4 OCTUBRE 2015
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