…No, no hay temas capitales, ninguno y todos (cada día y según qué días me parezco más a un postmoderno irredento). Lo que yo quiero fotografiar son las piedrecitas en el camino, pequeñas y triviales; o las formas y composiciones que se acoplan misteriosamente a mi visión ideal; o las grandes obras incomprensibles e inabarcables. Todo eso y mucho más. Y Nada, quizá y sobre todo Nada en especial. Soy un hombre que mira por el visor de una cámara pero sin causa. A lo único que aspiro es a que cada vez que pulse el disparador suene una nota y que todas compongan la triste y melancólica canción de mi vida. ¡Vaya, vaya! he conseguido ponerme importante, solemne y un poco pedante. El hecho es que paso mi tiempo trabajando sobre las imágenes que realizo, pero todo ese trabajo será impecablemente anónimo y banal en el cosmos fotográfico, tanto como yo mismo en el mundo. Mi inacabable tarea con las imágenes la concibo acompañado de palabras, sin ellas, muy probablemente, mis fotografías serían poca cosa porque carezco de la facultad monotemática, tan cara a la fotografía (y a otras cosas). También del énfasis y el artificio; o dicho de otro modo, de la capacidad de ornamentar las imágenes con efectos especiales. Lo mío, en fotografía, es pura reproductibilidad mecánica, o tal vez simplismo, o si me pongo estupendo, minimalismo y encima monocromático. Nada de subrayados naturalistas tipo Génesis, de Salgado (que no he visto, ni falta que me hace). Reproducciones, solo reproducciones, y nada más que reproducciones. O escenificaciones, esas si me valen, pero puede que eso sea otra historia. A lo sumo interpretaciones, pero eso queda al gusto de cada cual. Confío más en las palabras como recurso o herramienta de expresión que en las imágenes. Y además me entretienen más. «En un tiempo como éste, la palabra ha sido tan devaluada que ha sido sustituida por la imagen. Ha perdido influencia, vigor, eficacia… La gente buena todavía acude a donde están las palabras, pero la gente estúpida, la gran masa, acude a la imagen». Arturo Pérez Reverte. De cualquier modo Pérez Reverte no se refiere a la fotografía como supuesto lenguaje artístico, sino como un sucedáneo del pensamiento; pero, de algún modo, la fotografía como lenguaje autónomo está seriamente contaminada por la democrática vulgarización del advenimiento ultra tecnológico. Me parece.
22 OCTUBRE 2015
© 2003 pepe fuentes