LAS ENFERMEDADES DE CHARLIE BROWN y VII. Bien, sin duda había conseguido completar una de mis más brillantes actuaciones en lo mío: había tardado en llegar desde el punto A al B, separados solo por sesenta kilómetros, nada menos que cinco horas, en coche claro. Nadie igualaría esa marca. Sin duda podría ser un aclamado campeón en las Olimpiadas de la Ineptitud; pero a los tontos ni siquiera nos queda el consuelo de que organicen competiciones a nuestra medida. Vuelvo a mi paciente y enfermito Charlie Brown, muy nervioso a estas alturas. Nos ficharon a ambos y comenzaron con las pruebas: auscultación, análisis de sangre, placas, extracción de líquido cefalorraquídeo. Charlie Brown reaccionó como siempre: muy cabreado y repartiendo dentelladas inútiles a través del bozal que siempre es necesario colocarle en estos casos. Ni entre la nada amigable neuróloga y yo conseguimos reducirle del todo. Ella se enfadó un poco y dijo que, en el plan indignado en el que estaba Charlie, no podía reconocerle, y abandonó. Decidieron anestesiarle para efectuar las punciones. Me dijeron que esperara fuera. Al rato llegó Naty, directamente, en menos de una hora, sin ninguna dificultad; pero claro, es que ella es muy solvente en todo ¡¡¡menos mal!!! Si me deja, pido la baja en este complicado asunto de sobrevivir y tener que hacer cosas inconcebibles. A las cuatro, más o menos, ya teníamos un diagnóstico: -Meningitis-arteritis autoinmune-. O dicho de otro modo: él mismo genera un exceso de inmunoglobulinas que le inflaman las meninges, causándole dolor y entorpecimiento muscular y motriz. Supongo que es la forma en que su organismo protesta por haber llegado a un mundo equivocado. En el mejor de los casos, con un tratamiento de corticoides a lo largo de seis meses, puede curarse o al menos mejorar. Eso no lo sabremos hasta entonces. Lamentablemente, desde que tenía cuatro meses, es lo que ha tenido pero nadie nos lo había dicho hasta ahora. Esperamos que todo salga bien. FIN
22 DICIEMBRE 2015
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