11 ENERO 2016

No tenía nada escrito para hoy. Tampoco para los próximos días. No sé cuánto tiempo me durará el bache, la fatal ausencia de palabras. Fotos, sí tengo. Cosas que decir con palabras propias, no. Pero, por suerte, tengo palabras de otros. También ideas, sobre todo ideas. A mí, ideas, apenas me quedan. Bueno, lo que haré en los próximos días, hasta que se me ocurra algo, es mezclar fotos mías con ideas de los demás. Citas. Sí, las que llevo años recopilando de libros leídos y algunas más, bastantes, de libros que han leído otros, que también me valen. Y, como soy un tipo al que le da por la transcendencia, las citas apuntan muy alto, hacia los grandes asuntos de la vida. Soy así, un poco engolado y pedante. El formato será el que estrené, creo, el año pasado: pepe y las citas  y que continúa con el número correlativo al último que incluí. En las entradas anteriores mezclaba citas y apreciaciones mías, de cuando contaba con palabras; pero ahora estoy sin ellas, así que las palabras serán ajenas, todas, salvo que se me ocurra algo sobre la marcha (que no creo). Lo que no sé ahora son los días que durará esta tregua, esta especie de bomba de oxígeno para el moribundo de las palabras e ideas. Lo mismo las palabras ya no vuelven nunca y tengo que dar por terminado este artefacto del diario, porque un diario sin palabras no sirve, a mí al menos. Estoy jodidamente viejo ya y así es más difícil todo. Ah, y un detalle sin importancia: seguiré un orden alfabético, porque alguno tenía que seguir; o no. Cinco citas por día, casi siempre. ¿Por qué cinco? Y por qué no? Las fotos son todas áureas. Porque sí, porque me gustan mucho.