9 FEBRERO 2016

© 2015 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2015
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200
Copiado máximo en soporte baritado
2
Fecha de diario
2016-02-09
Referencia
7654

DIGRESIÓN DOS: Calvary (Calvario) Irlanda (2014). Guión y dirección: John Michael McDonagh. Música: Patrick Cassidy. Intérpretes: Brendan Gleeson, Kelly Reilly, Chris O’Dowd. Tenía muchas expectativas hacia esta película (todas las críticas eran bastante elogiosas). Trata sobre un cura y medio (el jefe y su ayudante, bastante tonto, por cierto), y a mí,las peculiaridades existenciales de los curas me interesan mucho. Aunque seres privilegiados, por estar a salvo de tormentosas dudas, suelen resultar desoladoramente decepcionantes. Millones de seres humanos depositan sus más íntimas inquietudes, sus más recónditos desasosiegos en ellos, y ellos, a fin de cuentas, solo pueden defraudar por ser tan solo hombres generalmente corruptos por representar una gran mentira, un fraude. No obstante, a su favor cuenta que ejercen de terapeutas conductuales gratis. Desahogan conciencias solo a cambio de un dudoso poder sobre los demás, y de paso satisfacen mórbidas curiosidades. En algún momento he afirmado que me habría gustado ser cura; claro, que mi incredulidad y mi absoluta incapacidad para aprender latín me lo habrían impedido. La película de McDonagh es a la vez un maquiavélico y simplista artificio, con brillantes diálogos y un Brendan Gleeson con su inmensa y creíble humanidad, y poco más. Bien es cierto que hay bellos paisajes, aunque el escenario sea secundario; una trama hábilmente construida, con un comienzo intenso y un final apoteósico (salvo el añadido innecesario de la memez de la visita de la hija a la cárcel cargada de perdón, se supone). Se trata de una historia trampa, hábilmente urdida, pero, a fin de cuentas, una inmensa mentira, por inverosímil. Quién puede creerse a una pandilla de ateos que comulgan habitualmente (todos) por mucho que la historia se desarrolle en un pequeño pueblo irlandés católico (aunque puede que solo sea una metáfora visual a modo de presentación de los personajes). Pero, de cualquier modo, quién puede creerse a unos habitantes, como un tabernero, o un carnicero, o un mecánico, o un policía que se expresan como sofisticados miembros de una inteligentsia imposible; a no ser que la sociedad rural Irlandesa esté culturalmente a la altura de las más elevadas élites intelectuales, que no lo creo. Por si fuera poco, en este alucinante e improbable elenco, hay otro personaje inmensamente rico y atormentado, al parecer por haber sido un agente financiero corrupto, y que, dado la moralina de la historia, vive una merecida y dolorosa condena, probablemente abocada al suicidio (otra vez la ejemplaridad).  O la hija que intenta suicidarse, por desamor, aparentemente,  y el doble padre (espiritual y biológico)restaña sus heridas y la pone otra vez en línea de salida de la vida. McDonagh, nos coloca, en una apoteosis exaltante de buenos sentimientos, a un Padre James Lavelle, como modelo de hombre de impecable generosidad, proximidad humana y entrega al equilibrio y felicidad de sus conciudadanos. Ah, y en el colmo de su celo en la salvación de las almas de sus feligreses, intenta que estos no pequen, por ejemplo de adulterio. Para mayor adorno, además de hombre intrínsecamente bueno y humanísimo (se emborracha solo una vez), el dichoso cura es una especie de sabio carismático; eso sí, siempre iluminado por su fe inconmovible. Sí, ya sé que es una historia, y si está bien contada como en este caso, todo está bien, o casi. Pero no, ya no puedo con tanta corrección y maniqueísmo de tres al cuarto. De todas formas, a pesar de que la película está estructurada como una serie de situaciones e imágenes fijas de los personajes, eso sí, muy bien pegadas unas a otras (el rico, el monaguillo, los adúlteros, el fracasado que quiere ser militar, y así todos) como mera película se ve con cierto interés por su ritmo narrativo e interpretaciones. Al menos, no me dormí.      

Pepe Fuentes ·