14 MARZO 2016

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (6400)
Viraje
CLORURO ORO
Tamaño
18 x 22,7 cm
Fecha de diario
2016-03-14
Referencia
6887

INÚTILES DESVELOS: Y hoy mi modesta contribución al pensamiento político. Me he despertado muy de madrugada, bastante antes de lo que suelo hacerlo, y me he puesto a pensar a oscuras. Mi relativa consciencia ha seguido prendida a la discusión que mantuve con Naty antes de acostarnos. El motivo: ella considera que los líderes de los partidos políticos no son responsables de lo que hagan sus acólitos y que no tienen porqué dimitir. No puedo estar en más desacuerdo. Nadie, ética o moralmente, puede pretender dirigir el gobierno de un país si sus integrantes tienen licencia para robar («matar» en términos de espionaje cinematográfico). No, no pueden, imposible. Y si lo hacen, si los electores lo permitimos dándoles nuestra confianza, seremos corresponsables del estado de corrupción generalizada. Conclusión: sencilla, nada más lógico que los partidos sean también responsables de los asaltos, saqueos, atracos de sus empleados y acólitos. Cuando un partido contrata (pues de eso se trata, de contrataciones, nadie se puede creer a estas alturas esa bobadita de los ideales) y da un carnet de militancia o pone a un candidato en una lista de elegibles para gestionar los intereses públicos, y dado que ese individuo es elegido en función de las siglas que lo avalan, alguna responsabilidad deberá tener el avalista. Y ya que hablo de una figura mercantil bancaria, pienso en un ejemplo de ese tenor: cuando un empleado de un banco atraca a un cliente, el banco se hace responsable de ese delito. El cliente nunca se ve obligado a cargar con la pérdida. Si no fuera así ¿quién llevaría dinero a los bancos? Nadie, naturalmente. Pues en política debería ser lo mismo. Los partidos no deben ser organizaciones expendedoras de licencias para robar. En España, por ejemplo ahora, los responsables del partido del gobierno, con Rajoy a la cabeza, tendrían que cumplir cadena perpetua por dirigir una organización delictiva, que comete el más nefando de los delitos: robar a quienes le han otorgado la confianza. No puede haber delito peor. Y así todos los partidos: cuando un juez determine la cantidad estafada por alguno de los empleadillos del partido de que se trate, el agente o secretario judicial deberá personarse en ese partido con la factura y, si no pagan, depurar responsabilidades subsidiarias de inmediato ¡¡¡Todos a la cárcel!!! O, como mínimo, desarticular la banda. Mientras no se promulguen leyes de ese tenor no se hará nada real para acabar con la corrupción. Hasta que eso no lo proponga alguien en su programa, no votaré. No, no daré mi aval al corrupto que antes o después terminará metiendo su sucia mano en mi bolsillo. Otro caso parecido: mientras el Papa no pueda acabar en la cárcel como máximo responsable de las tropelías de sus agentes, los curas pederastas, esos crímenes seguirán sucediendo. Ni siquiera encausan al obispo que toque, es más, callan y ocultan. Así, nunca, nunca, los casos de estupro y pedofilia del clero se erradicarán. Por favor, que el dichoso clown de blanco les de licencia para follar; al menos algunas monstruosidades podrían evitarse, supongo. Porque, a fin de cuentas, las religiones y sus estructuras, las iglesias, solo son refinadas y perversas organizaciones políticas que mantienen bajo control los instintos de ingentes masas de gentes. Su dominio  lo consiguen desde el temor a lo intangible y a la culpa que inoculan cuidadosamente en los espíritus, a cambio de poder para los suyos.  Menos mal que al menos han propiciado la creación de algunas incomparables obras de arte.  Las organizaciones de proyección y responsabilidad pública deben hacerse corresponsables de las actuaciones de sus agentes dado que actúan en su nombre.  Si se les exigiera responsabilidades, seguro que esas organizaciones arbitrarían medidas de estricto control, como el ejército de sus soldados. O dicho de otro modo, si el culo de Rajoy o del Papa Francisco no estuvieran a salvo, seguro que el de los ciudadanos y los niños si lo estarían. Ah, y es mentira y una absoluta falacia que todos los ciudadanos seamos iguales ante la ley.       

Pepe Fuentes ·