OTRA VEZ DE FERIA VI: la obra de ayer, o esta misma de hoy, mía, me hace reafirmarme en mi vertiente Duchampiana. Me explico: la de ayer, parece que su naturaleza o génesis consiste en fabricar el cubo de cemento y luego romperlo un poco; o bien comprarlo o «pillarlo» de una escombrera, o sencillamente mangarlo de una obra y luego también romperlo (o no, porque ya estuviera roto) y así completar el ciclo creativo; o bien, lo mío de hoy, cazar o matar una perdiz, disecarla, dejarla un par de años o tres a la intemperie para que se estropee y luego fotografiarla; o bien «pillarla» en una casa abandonada y con mucho cuidado llevarla a mi casa y fotografiarla (que es lo que he hecho). Da igual una cosa u otra, el resultado es el mismo. Los readymade que utilizó Marcel Duchamp no se sabe con certeza si los fabricó o se los encontró (como yo la perdiz). Es muy propio de los fotógrafos, como buenos voyeurs que se supone que somos, convertir todo lo que encuadramos en readymade (a fin de cuentas son siempre motivos encontrados por ahí), hasta las fotografías de actualidad, o de guerra, por ejemplo, participan de esa metodología. Luego, en ese sentido, los fotógrafos se inscriben por derecho propio como artistas contemporáneos en la medida que son continuadores de la idea de los readymade de Duchamp. Cualquier cosa, que por el mero hecho de pasarla por el proceso físico químico se convierte en otra cosa. Alquimistas, los fotógrafos, puros alquimistas que quieren ser artistas. Y si no que se lo pregunten a Chema Madoz, el genial ilusionista de la nada. La diferencia entre ese reputado y famosísimo artista contemporáneo y yo, entre otras cosas, es que él sabe que es un artista (supongo), porque así se lo dicen, y esa es una condición esencial para ser algo, que los demás te lo digan; y a mí nadie me dice nada parecido, luego no debo serlo en absoluto. Y por otras razones más, quiero suponer, como su talento paradójico o compositivo o lo que sea, del que yo carezco. Ah, y además está la manera de presentarse al mundo que en su caso adopta una muy conveniente forma de expresarse, con un tono acariciador y tranquilo, como si no estuviera diciendo nada, y eso es muy artístico siempre. En fin, no sé, me parece que me estoy engolfando en unas teorías muy peregrinas que tendría que repensar, pero ahora no tengo tiempo porque me tengo que ir a la compra…
6 ABRIL 2016
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