28 JUNIO 2016

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Corral de Almaguer, (España)
Fecha de diario
2016-06-28
Referencia
2294

UNA CUESTIÓN DE OREJAS II (las de Charlie Brown y las mías)…Seguí reflexionando o más bien reafirmándome repetidamente en que la convicción del individuo del podcasts era inexacta y objetivamente mentira: la obra existirá siempre por el mero hecho de que alguien la haya realizado, independientemente de que sea mostrada a los demás. ¿Y qué coño importan los demás?, -me preguntaba crecido, en intensa conversación conmigo mismo-. Nada en absoluto para el que tiene la voluntad de hacer (claro, pero también los aficionados a los crucigramas hacen, y no creo que reivindiquen nada como yo ahora, así que no sé). Me aventuré un poco más allá en mis solipsistas elucubraciones: si El Quijote no hubiera sido publicado, solo significaría que no habría sido publicado, pero estaría escrito y Cervantes habría existido, y el existir y escribir El Quijote habría sido lo más importante para el propio Cervantes. Si se hubiera dado la infortunada circunstancia de no ser publicado, nos habríamos perdido tan increíble obra y habría supuesto un inmenso menoscabo para la humanidad, pero se lo habría merecido por desatenta. Qué es más importante El Quijote o Cervantes; evidentemente para el mundo El Quijote, pero para el propio Cervantes, él mismo y la sublime y apasionada experiencia de escribir El Quijote. Creo. Yo siempre estaré con Cervantes, por mucho que me guste El Quijote. Estas gentes que implícitamente vienen a decir que si no haces público tu libro puedes ahorrarte escribirlo me tocan mucho las narices. Y me enfadan. Sí, porque cualquier obra realizada, por el mero hecho de que lo sea es importante, independientemente de que  haya receptores o conocedores de la misma. El autor no puede retorcer el brazo al mundo para que conozca su trabajo, si no quiere hacerlo. El hacedor solo tiene dos caminos, pasar del mundo y hacer lo que tiene y siente que debe hacer o languidecer cruzándose de brazos (o dicho de otro modo, morir). Más o menos la situación podría ser la siguiente: -si nos constituye lo que hacemos y si eso es negado, también es negado el ser constituido por sus acciones- según estos gurús del sí o el no-. Mi quehacer diario nunca será conocido por nadie (salvo tres o cuatro excepciones) luego, a fin de evitar la sensación de inútil idiotez, tendría que abandonar mi actividad diaria y simular que existo absolutamente quieto (solo dejar pasar el tiempo hasta el final). Para mí que no, que eso no lo haré nunca, sencillamente porque las cosas hechas existen y sirven, ya lo creo que sí, aunque solo sea para uno mismo. Bien, y en este punto de las apasionadas y reactivas reflexiones cruzamos la puerta de la clínica veterinaria. El veterinario (el que me encontré hace unos días en la orilla del rio) me dijo que lo que lo más probable que le pasara a Charlie era que se le había metido una espiga en la oreja (se veían por doquier en la foto de ayer), y que en esos casos penetran muy dentro y no salen a no ser que se las extraigas con instrumental ad hoc. Colocamos a Charlie un bozal, artilugio que le enfada sobremanera y provoca una reacción agresiva inusitada en él. Gruñe e intenta atacar a cualquiera que le toque, incluido yo. Hubo que anestesiarle y sí, dentro de su oreja tenía el tallo de una espiga, largo y puntiagudo. Después de que despertara volvimos a casa. Él curado de su dolencia y yo también de la mía: había olvidado lo que escuché en el podcast y que tanto me había enfadado (aunque nadie me puso un bozal). Luego, escribí estos dos días, para nadie, pero que existen, pese a quien pese. «Vengo como vencedor de mí mismo». Don Quijote  (Miguel de Cervantes).

Pepe Fuentes ·