DIGRESIÓN UNA. Room (La habitación) 2015. Irlanda. Dirección: Lenny Abrahamson. Guión: Emma Donoghe (novela misma autora). Intérpretes: Brie Larson, Jacob Tremblay. Dice Jack, el asombroso niño actor de esta película: «si no te importa… no importa». La crítica de todo el mundo ha dicho, unánimemente, que es una película inmensa, memorable, estremecedora, y así una interminable lista de adjetivos a cada cual más elogioso. Y sí, nada hay que oponer a ese festival de grandezas. Brie Larson obtuvo siete premios, entre ellos un Oscar como actriz principal (merecido). Jacob Trembley, que brilla a más altura incluso que Larson, ninguno (incomprensible e injusto). Pero bueno, lo de los premios da igual porque solo pertenecen al eterno juego de las convenciones promocionales. Lo importante es la increíble escenificación de alta precisión, tanto en la concepción del guión (que tiene que salvar el hándicap de estar dividido en dos partes de muy distinta naturaleza), como de la asombrosa puesta en escena, especialmente gracias a unas interpretaciones memorables. Cada una de las partes tiene su propio tempo y en ambas ajustadísimo, sobrio y soberbio. La historia, aparte del creíble desarrollo de las circunstancias que la conforman, se resuelve brillantemente gracias a las interpretaciones de los dos protagonistas (madre e hijo) tanto en la primera como en la segunda parte. Ambos sostienen la tensión de una insoportable historia de fría crueldad, y la transmiten a través de gestos y matices condensados en unos primeros planos memorables. La primera parte solo los dos, en un intercambio de emociones que llegan y se perciben con una intensidad diáfana y lacerante. En la segunda, de desarrollo diferente, hay más personajes, es el mundo y su representación convencional, pero completamente nuevo para Jack, el niño. Suceden hechos que muestran con naturalidad la condición humana con todas sus luces y sombras. Historia turbadora brillantemente representada.
1 AGOSTO 2016
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