LA VIDA INMEDIATA XXX (o el paso del tiempo al ritmo de una vela que se extingue inexorablemente)…Ayer, a primera hora de la tarde, fui a que me metieran en el dichoso tubo de fotografiar interiores invisibles a simple vista. En una habitación en penumbra se encontraba el artilugio. La situación me recordó cuando de niño me llevaba mi madre al fotógrafo a hacerme un retrato (nunca supe por qué hacía eso mi madre). Un técnico con bata blanca me fijó la cabeza en unas guias y tuve que aguantar veinte minutos inmóvil con un ruido infernal en torno a mi cabeza, al parecer necesario para conseguir capturar realidades impalpables. La técnica me recordaba a los retratos fotográficos del siglo diecinueve, donde el fotógrafo sujetaba la cabeza del fotografiado con un artilugio para evitar movimientos que hicieran perder nitidez al retrato. La única ventaja sobre los retratos decimonónicos es que estuve tumbado todo el rato. Dado que la foto, según la prescripción del señor neurólogo, era sin contraste y eso unido a que el interior de mi cabeza esta vacío (de eso no le hablé al señor neurólogo para no complicar más las cosas), me temo que el ruidoso mecanismo no ofrecerá información digna de mención. Ya veremos. La vela se había consumido y la cera derretida resbalaba por los dedos insensibles que la sostenían.
30 NOVIEMBRE 2016
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