CRÓNICA DE UNA ENFERMEDAD FANTASMAL (viene del mes pasado). Ayer fui a por los resultados de la profunda analítica que me prescribió el Señor Neurólogo. También a por los de la prueba del «tubo», cosa también del simpático especialista que tan bien me cayó. La analítica, tal y como me temía, señalaba unos resultados temibles en cuanto al nivel de colesterol en mi sangre y esa era una muy mala noticia. Sin embargo, la buena, tenía que ver con la cabeza (ese receptáculo vacío), al parecer, según concluía un pequeño informe en jerga indescifrable -exploración cerebral sin hallazgos significativos–. El informe, que yo pudiera detectar, nada decía de la ausencia de neuronas, aunque quizá estuviera enmascarado en términos médicos que no entendía. O tal vez, es sólo que no es relevante porque a todo el mundo le pasa lo mismo. Salí del hospital tan contento, aunque lo del colesterol me preocupaba un poco, sobre todo porque sé que es muy importante para los médicos, se lo toman muy a pecho y supuse que no me iban a dejar en paz en el Futuro, que ya se me antojaba un tanto molesto. Veremos…
3 DICIEMBRE 2016
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