CRÓNICA DE UNA ENFERMEDAD FANTASMAL…Comenzó a interrogarme sobre mis síntomas muy, muy seriamente. Parecía convencido de que iba a encontrar algo que le permitiera seguir haciendo presa en mí. El problema para él era que, si bien no confío en mi cabeza (el Señor Neurólogo lo tiene más fácil), sí confío en mi corazón. Desplegué sobre su mesa la abundante documentación que ya había reunido, lo que supuso que le llené la mesa de papeles. El Señor Cardiólogo se aplicó en cotejar informes y, no contento con eso, me interrogó puntillosamente. Me concentré y conseguí contestar con desenvoltura a todas sus preguntas. Me sentí satisfecho de mi actuación porque con los doctores en medicina siempre me siento inseguro, acomplejado incluso, porque creo que saben mucho más sobre mi cuerpo que yo y eso significa que lo saben sobre mí (ya se sabe, solo somos un cuerpo) y, por si fuera poco, tienen soluciones que ni siquiera podría adivinar ¡¡¡vaya plan!!!…
5 DICIEMBRE 2016
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