CRÓNICA DE UNA ENFERMEDAD FANTASMAL…El Señor Cardiólogo comenzó a tenerlo claro y volvió a señalar el alto riesgo que corría por mi desbocado colesterol. El relato no daba para más, así que me invitó a pasar a la zona de reconocimiento. Me auscultó, realizó un electro y una ecografía del corazón para ver el estado en que se encontraba el músculo (eso del músculo me lo acabo de inventar yo, él no dijo eso). Su diagnóstico: -todo estaba bien, mi corazón cumplía con su trabajo sin dificultades- (no le dije que eso ya lo sabía). Pero el Señor Cardiólogo no pareció alegrarse con esa noticia (le excluía). Lo que no sabía era que en caso de que no hubiera sido así, no le habría confiado el cuidado de mi corazón a un tipo como él, tan serio, de actitudes tan planas y formales. Si hay que soportar una enfermedad, que al menos sea con una sonrisa y un poquito de empatía. Aún me queda una cuenta pendiente con él y es que me colocará un holter durante veinticuatro horas para saber si tengo arritmias o algo así. No se daba por vencido. Bueno, a pesar de la molestia, podré soportarlo, espero. Cuando termine el periplo de diagnósticos fantasmales iré a ver a mi viejo (en sentido literal) amigo, el Señor Neurólogo, y por fin terminará todo este indeseable y engorroso asunto de mi vahído dominguero. Eso sí, me quedará la desagradable sensación de que puedo enfermar un domingo cualquiera (nunca me había pasado nada parecido) y un molestísimo motivo de preocupación para el resto de mi Futuro: colesterol y tensión arterial al límite ¡¡¡por Dios, qué estúpida, innecesaria y engorrosa trivialidad!!! Bueno, en realidad aún me queda por saber qué piensa de todo esto el Señor Neurólogo. Cuando lo sepa lo contaré.
6 DICIEMBRE 2016
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