VIAJE A BILBAO Y BURGOS (13 al 17 Abril). Domingo. La tarde la dedicamos a pasear: Plaza Mayor, Paseo del Espolón, Teatro Principal, Puente de San Pablo, Iglesia de San Nicolás. En el puente de San Pablo había unas magníficas y bizarras estatuas de caballeros guerreros de la partida del Cid Campeador. Me entusiasman ese tipo de esculturas porque evocan historias míticas sobre las que ya solo es posible soñar. Las fotografiaré siempre, allí donde las encuentre. Observamos y revivimos la vida de provincias un domingo por la tarde, que tenemos olvidada. Matrimonios maduros paseaban por El Espolón, bien solos o en grupo. A veces, una pareja de matrimonios, las mujeres agarradas del brazo charlaban de sus cosas y los maridos, al lado, con las manos a la espalda o gesticulando ligeramente, de las suyas, cosas de hombres, supongo. También matrimonios jóvenes con sus cochecitos de bebés o niños que avanzaban jugando a su lado. Grupos numerosos de gentes ocupaban las terrazas de las cafeterías del paseo. Vida apacible en una capital de provincia un domingo por la tarde. Sentí una cierta nostalgia por ese tipo de vida costumbrista y tranquila, donde los rituales se repiten cadenciosamente, sin sobresaltos, a lo largo de años y años, sin que pase casi nada. Probablemente, aquellas personas que llevan paseando toda su vida por el Paseo del Espolón, los domingos por la tarde, hayan alcanzado algún tipo de sabiduría. Lo dijo Ramón Eder: «El carácter se forma los domingos por la tarde»…
12 MAYO 2017
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