18 JUNIO 2017

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Pepe, Naty, Sonia, Miguel (Toledo)
Viraje
CLORURO ORO
Tamaño
18 x 22,7 cm
Fecha de diario
2017-06-18
Referencia
5216

DIGRESIÓN NUEVE. Refugio. Autor y dirección: Miguel del Arco. Escenografía: Paco Azorín. Intérpretes: Israel Elejalde, Carmen Arévalo, María Morales, Raúl Prieto, Macarena Sanz. Comienza la representación con una explosiva discusión entre Suso (Elejalde) y Ana (María Morales) sobre la vida de un partido político plagado de corruptos y corruptelas  (parece un trasunto del PP aunque no se mencione, aunque podría ser de cualquier partido). Momento dialécticamente brillante interpretado con potencia y credibilidad por Elejalde. A partir de ahí, del Arco, construye una escenificación en la que los personajes de una familia burguesa, con suegra incluida, hablan y hablan hasta el agotamiento, pero nada solucionan y, sobre todo, nada clarifican en sus propias vidas. Por si fuera poco esa absurda situación, en la familia hay incrustado un refugiado que se salva de un naufragio, no así su mujer y su hijo (exigencias mediáticas del guión de lo políticamente correcto). Algunos críticos han querido establecer una analogía con Teorema, de Pasolini, pero a mí me parece que nada tiene que ver una situación con la otra. En Teorema, el extraño era una presencia inquietante y catárquica que cuestionaba el sentido de las vidas de los integrantes de una familia burguesa; en Refugio, el misterio no es tal, sino únicamente un trazado grueso para apoyar una determinada lectura de la coyuntura política actual. Por si faltara poco en ese desolado paisaje humano, el refugiado recibe las apariciones de su mujer ahogada junto con su hijo. Todos están solos y muy jodidos con sus vidas. Miguel del Arco lo quiere contar todo y eso aboca a constantes roturas de ritmo. Todo mezclado, crisis existenciales de adolescentes, crisis de la política representativa, crisis artística de la mujer de Suso, fracaso existencial de la suegra, crisis de la política de acogida de refugiados, crisis, crisis, crisis…y todas las crisis anegadas de palabras y palabras y palabras, atropelladas, inconexas. Todo parecía que cabría en una sola función, pero no, no cabía, por acumulación. Todo es crítica, pero tibia, y los protagonistas no tienen culpa de nada, ni nadie, al parecer. Ni falta que hace. A pesar de su prometedor planteamiento, no consiguió involucrarme. Para mí hay algo descompuesto en ella y quizá no sea otra cosa que, a pesar de su irreprochable puesta en escena e interpretaciones (salvo la chirriante hija de Suso), no me sentí aludido y la emoción ni siquiera me rozó.

Pepe Fuentes ·