LOS CREYENTES IX. Trescientos metros más adelante me encontré a otro amigo, nos paramos, nos preguntamos por la salud, ambos coincidimos en que nos encontrábamos bien y ya está. Nos despedimos porque apenas si teníamos algo más que decirnos. El tercero apareció apenas diez metros más adelante, pero ya eran demasiados y no nos saludamos. En mi ciudad, estas desganas las resolvemos de un modo peculiar, al menos en mi caso y en el de mis conocidos: nos cruzamos fríamente, sin disimular, como si no nos hubiéramos visto en la vida. Se da el acuerdo implícito de desentendernos, ambas partes asumimos el juego con naturalidad, pero eso no es óbice para que en otro momento en el que nos venga mejor, nos saludemos como lo que somos en realidad, conocidos de muchos años. Es lo que sucedió en esta ocasión…
9 JULIO 2017
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