CARTA A EMMA LOUISE VII. Ocho años ya. Todos los años comienzo esta carta recordando tu edad recién estrenada. Sigues cambiando velozmente: tu belleza aumenta cada año. También tu manera de ser y estar se va perfilando prometedoramente. Pareces una niña en la que los gestos y actitudes ya denotan determinación, personalidad, fuerza, carácter. Este año nos hemos visto menos que otros, quizá el orden doméstico de los días no ha facilitado las cosas. Me gustaría que pudiéramos charlar durante más tiempo, para que me hablaras de lo que te interesa y con lo que disfrutas. Por mi parte, podría contarte algunas cosas de lo que yo he podido observar a lo largo de mi vida que, si bien no tendrían mucho interés para ti, dado que la velocidad de los tiempos hace que los mayores nos perdamos en el pasado, sí al menos podrían servirte para satisfacer la universal curiosidad de saber cómo fueron tus antepasados. También, tal vez, para sentirnos más próximos. Quizá esta carta no te sirva de mucho ahora, pero la escribo pensando en que sí lo haga más adelante, al menos un poco. Sí, por ejemplo, decirte cómo te veo y te fotografío ahora, cómo adivino en ti una fuerza natural en la que siempre deberás confiar y aferrarte a ella. Denotas un talento que te permitirá hacer lo que te propongas. Estoy seguro. Fuimos a pasar un día a Madrid, todos juntos, y a la vuelta nos despedimos. Me abrazaste con fuerza y yo a ti porque sabíamos que tardaríamos un año en vernos de nuevo. Te deseo muchas felicidades hoy y te envío un abrazo y un beso muy fuerte.
28 AGOSTO 2017
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