LA CIUDAD MELANCÓLICA III (o donde habitan los dioses de la paz eterna). Se me antojaron seres enigmáticos, misteriosos, a los que nunca podría comprender. Si de pronto, súbitamente, se hubieran vuelto hacia mí y me hubieran exigido perentoriamente que les dijera qué hacía yo en su mundo, o por qué me atrevía a dirigir mi cámara hacia ellos, me habría sentido azorado, aterrorizado, no solo por mi intromisión en sus vidas, sino porque yo tampoco habría sabido que contestarme. A veces, me disgusto y preocupo porque no sé realmente por qué hago lo que hago…
3 OCTUBRE 2017
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