LA CIUDAD MELANCÓLICA VIII. Embarcamos en una barcaza bastante grande, nosotros solos, con el guía y el muchacho que la manejaba. Avanzamos corriente abajo por el centro del río. En mi asombrada confusión no conseguía entender que el río transcurriera en la dirección que lo hacía. Mi percepción de la corriente era invertida a como yo suponía que debía transcurrir. Tenía que concentrarme para cerciorarme del sentido que llevábamos. Quizá fuera porque, para mí, el río de mi ciudad discurre al revés…
8 OCTUBRE 2017
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