LA CIUDAD MELANCÓLICA XXII (o donde habitan los dioses de la paz eterna). Continuamos caminando por el dédalo de calles sin cansarnos, asombrados y felices. Habría pasado muchas horas, quizá días, caminando y fotografiando por esas calles. No veía la aparente suciedad y decrepitud, sencillamente porque era tan solo la natural apariencia y textura de otro mundo y otro modo de vivir. Todo se me aparecía como misterioso e impenetrable. Los pequeños y humildes altares se sucedían a lo largo de las calles y los dioses, en sus pequeñas hornacinas, miraban estupefactos lo que hacíamos los afanosos y desorientados humanos. “Lo único que me «compromete» es el misterio del mundo”. René Magritte
22 OCTUBRE 2017
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