LA INDIA QUE YO VI (1.3). En un viaje, sea completamente autónomo, o tutelado como en este caso, es preciso contar con el tiempo suficiente para poder parar y mirar y hacer. Aunque solo sea un poco, como fue en esta ocasión. El dominio del tempo fotográfico resultó imposible ya que, a pesar de haber pactado que nosotros éramos sus dueños, había una persona ajena que nos acompañaba y que había llevado consigo su propio sentido del ritmo y, por si fuera poca la anomalía, su propio plan de trabajo o actividades, lo que él consideraba, supongo, ganarse el sueldo. No obstante, no fue mal del todo, porque era hombre tranquilo que hizo gala de una gran paciencia con nuestras paradas aparentemente intranscendentes…
14 NOVIEMBRE 2017
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