2 DICIEMBRE 2017

© 2012 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2012
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200
Soporte de copias
ILFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
SELENIO
Tamaño
28 x 35 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Año de copiado
2013
Fecha de diario
2017-12-02
Referencia
6115

DIGRESIÓN UNA. Yo, Feuerbach. Autor: Tankred Dorst. Dirección: Antonio Simón. Intérpretes: Pedro Casablanc y Samuel Viyuela González. La obra tuvo, quizá, la mayor ovación que he presenciado en teatro que pueda recordar, y no fue tanto gracias a Dorst como a Pedro Casablanc, que construye una interpretación arrolladora, asombrosa. Para mí el teatro es una ceremonia insustituible, un acontecimiento siempre emocionante al que asisto entregado de antemano por tratarse de una ceremonia que ofician los actores, construida sobre textos de creación, o más bien de recreación, del hecho de vivir. Los actores, seres prodigiosos que lo largo de dos horas te hacen sentir, palpar increíblemente la carnalidad de los personajes. Hay ceremonias en las que los oficiantes están bien y otras en las que están majestuosos, como es el caso de Casablanc en Feuerbach. En cuanto a la obra en sí, es un texto-ensayo sobre la decadencia y la imposibilidad. No, no hay segundas oportunidades para nadie, tampoco para un gran actor como Feuerbach. Todavía lo es en su brillante actuación frente al ayudante del director, pero el deterioro se ha apoderado de él y, aunque intente desesperada y brillantemente recomponer su figura y su talento, ya nada es posible. Cuando el tiempo de la gloria ha pasado, lo ha hecho para siempre. Puedes sentir energías y hasta una cierta potencia física, creativa e intelectual, pero, si el mundo te ha retirado, es absolutamente imposible que vuelva a tenderte la mano. Solo queda apartarte discretamente a entristecerte. No hay paz para los vencidos, solo amargura y patetismo. Su interlocutor, un joven displicente e insensible a la dramática realidad del paso del tiempo, también resulta creíble porque es la representación palpable de la juventud. Todos hemos sido así, todos los jóvenes son así. A los entusiasmados espectadores nos llegó muy nítida la interpretación de Casablanc, no tanto por lo que dijo el actor, sino por cómo lo dijo, que fue como una bofetada, como un escupitajo de verdad que nadie puede eludir porque es la esencia misma del hecho de vivir, o de haber vivido. Quizá, el único y no menos importante problema de la obra, es que era terriblemente aburrida. El texto alcanzó algunos sublimes momentos de bostezo y cabezadas, pero eso fue una circunstancia de la literalidad de la obra y otra muy distinta fue la energía de su puesta en escena. En la representación de una obra hay diversos planos de lectura y una cierta independencia de cada uno de ellos, unos pueden salvar a los otros y viceversa, y eso también forma parte de la esencia y misterio del teatro.

Pepe Fuentes ·