LAS COSAS COTIDIANAS (que ni siquiera son cosas, solo inercias previsibles o imprevisibles, aunque siempre indeseables). El tipo siguió dándome instrucciones operativas y, cuando me quise dar cuenta, el ordenador había iniciado un camino sin retorno al útero materno. No había vuelta atrás, con las operaciones que me tuteló el vándalo, el ordenador volvía al minuto cero de su vida útil. Luego, obviamente, el año y medio que habíamos compartido, todo lo que habíamos construido juntos y lo que yo había depositado cuidadosamente en sus entrañas en el inicio de nuestra historia de íntima convivencia, se había perdido irremisiblemente, al menos todo de lo que él era responsable…
6 MARZO 2018
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