LAS COSAS COTIDIANAS (que ni siquiera son cosas, solo inercias previsibles o imprevisibles, aunque siempre indeseables). El desalmado técnico no podía saber hasta qué punto yo tenía salvado el contenido de mi ordenador, pero, obviamente, eso a él le traía sin cuidado. Menos mal que, por imperativo de la tecnóloga y chica lista de la casa, Naty, periódicamente, realizo copias de seguridad en discos externos. Luego, el daño, en el mejor de los casos, consistiría en volver a instalar los programas sobre los que trabajo. A partir de esa catástrofe intenté volver a hablar con el cabeza borradora, sin conseguirlo (nunca podía ponerse). Un compañero me diagnóstico que por las razones que fueran (él no lo sabía y tampoco se sentía responsable), el sistema operativo (Windows 10), se había corrompido y había que instalarlo de nuevo. Ah, y que, además, proveerme de dicho sistema, me costaba 57,78 €, que pagué de inmediato, agobiado por el ostracismo y la incertidumbre que se me venía encima. Pero tendría que esperar unos días para recibirlo…
7 MARZO 2018
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