12 ABRIL 2018

EL DIARIO SE ME HACE LARGO, PESADO, FATIGOSO, CUANDO NO TENGO NADA QUE CONTAR. El tiempo, sin embargo, vertiginosamente breve. Es justamente lo que me ocurre hoy, día cinco de abril. Tengo hechos los siete días siguientes pero, en el momento de hacer el día trece, no encuentro salida a mis exquisitas interioridades, en caso de que las tenga. Por eso solo recurriré a cuestiones meramente funcionales. Lo malo es que tampoco estoy haciendo nada en especial. Ni siquiera estoy viendo películas de interés en el momento Zen televisivo, salvo la del otro día: No sé decir adiós, que tampoco me entusiasmó, pero que tiene que ver con la cita que incluí en el diario de ayer, de Manuel Vilas. Todos los referentes de los mundos propios se relacionan entre sí, todo tiene que ver con todo en el pequeño universo de percepciones que uno maneja en su vida. Los referentes que yo mezclo, culturales muchos de ellos, se conectan en un espacio inconcreto de mi conciencia y, naturalmente, en las fotografías que realizo. Por eso, no me preocupan especialmente mis motivos fotográficos: son los que son y no podrían ser otros los que yo puedo ver y percibir y, si me esforzara en seguir por otros derroteros, serían mentira. Si mis fotografías no son exitosas es, sencillamente, porque yo no lo soy. Así son las cosas y es importante saberlo, porque tranquiliza mucho. También el fracaso, visto con el respeto que se merece, y más si es el propio, tiene estética y éticamente sentido. Dicho queda, por el tipo de la foto de hoy.