DIGRESIÓN TRES. Lo que a nadie importa, Sergio del Molino. Random House. Ebook. Sergio ajusta cuentas con su abuelo, con su familia, con la historia, consigo mismo, y hasta con el Corte Inglés, donde sobrevivió su abuelo lenta y penosamente, aunque fuera su sitio, al mejor que pudo llegar desde su oscura mediocridad. Todos, de algún modo, nos refugiamos en el nicho que nos toca, y es ese porque no puede ni debe ser otro. Como yo. Su abuelo también fue aficionado a la fotografía. Como yo. Su abuelo hizo la guerra. Yo no. Soberbio libro de memorias tangenciales. También de la España de postguerra, de la familia, de vidas truncadas, grises, sin esplendor. Sobre su abuelo, José Molina, dice: “Su estoicismo no era meditado. Su renuncia no era filosófica. Su aburrimiento no era metafísico”. Me ha asombrado la coherente y valiente decisión de su abuelo: volver al pueblo perdido donde nació, una vez jubilado. Yo haría lo mismo ahora, jubilado ya, volver al cerro del Acebuchal, aunque solo lo tenga a quince kilómetros de donde vivo. Lo vengo diciendo últimamente, el descubrimiento de del Molino ha sido una gran suerte para mí por muchas razones, no solo porque es capaz de diseccionar el hecho de vivir con la meticulosidad de un entomólogo, sino, además, radiografiar la sociedad, la nuestra, con una visión panorámica y abarcadora: histórica, social, política, cultural y existencialmente. Su estilo es imaginativo, burbujeante y dinámico. Nunca aburre. Es capaz de mezclar espacio y tiempo armoniosamente, en dosis justas para que el ritmo no decaiga nunca y las tragedias latentes o presentes no se te atraganten. No se compadece de nada ni nadie, pero sin rencor ni crueldad, solo y nada menos que con sinceridad, o tal vez depurada y bella crudeza. He gozado intensamente con esta obra, tanto que, inmediatamente, empezaré La mirada de los peces.
13 MAYO 2018
© 2013 pepe fuentes