26 JUNIO 2018

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD PAN F 50
Fecha de diario
2018-06-26
Referencia
8446

ÉRASE UN INDIDUO, NATURAL DE BABIA, AQUEJADO DE FASCITIS PLANTAR II. La cita se concretó en tiempo y forma, salvo porque no era un traumatólogo, sino dos. Nada menos. Eran los hermanos Coen de la traumatología de provincias. Supo que eran hermanos porque ya los conocía de otros episodios. Trabajaban en perfecta armonía y división de funciones, a saber: mientras uno le reconocía el pie, el otro se ocupaba de aporrear el ordenador con saña y solo dos dedos. El que se ocupó del reconocimiento informó al babiano que sus pies no estaban bien construidos, tenía pies valgos (no sabía que significaba esa rara palabra, no la había oído nunca y tuvo que buscarla en Google a la vuelta a su casa), plantaba mal, luego era lógico lo que le pasaba. El babiano no contestó, se limitó a mirar sus pies y a Ethan Coen y se dijo que algo no funcionaba bien. Pensó que era cosa del otro, porque sus pies llevaban más de sesenta años dándole un perfecto servicio, sin ningún problema hasta ahora. No obstante, no quiso polemizar, para qué.  Le prescribieron radiografías y una ecografía. El día y hora indicada se presentó delante de dos puertas, en una decía ecografías y en la otra, radiografías. Perspicazmente se sentó en medio, por si acaso, para no perderse el momento en que le llamaran. Hasta entonces no se había dado cuenta, como babiano que era, que los sincronizados hermanos se habían equivocado de pie en la prescripción. Pasaron veinte minutos, los pacientes entraban y salían de las consultas y nadie preguntaba por él. Hizo el ejercicio mental de cargarse de razón y le salió bien porque al primer tipo que vio con bata blanca le recriminó duramente la desatención. El tipo, absolutamente displicente, pasó de él, como si estuviera loco. Decidió pedir explicaciones en recepción y preguntó, airado, para qué coño servía la citación que tenía. Una individua con una cara absolutamente olvidable (no era la mujer fatal de la vez anterior), le dijo que ese dichoso papel servía para ir a recepción primero y que allí tramitarían los volantes y así sabrían que había acudido a la cita. Se sintió ridículo y, aunque sus fracasos cotidianos y habituales le dan para estar entrenado y acostumbrado a esas meteduras de pata, se disgustó mucho consigo mismo…

Pepe Fuentes ·