DOS MANERAS DE ENTENDER VIVIR, DOS MANERAS DE ENTENDER MORIR I: en este diario escribo y escribo de Nada. Nada transciende porque nada de lo que escribo es transcendente, salvo para mí. Solo me queda contar y contarme para que no tenga que levantar acta de defunción antes de que mi corazón deje de latir. El que sea banal es lo de menos. Siento un vértigo insuperable ante la idea de dejar de escribir diariamente y también fotografiar, aunque esto último cada vez menos. Otras muchas gentes, sin duda más maduras y fuertes que yo, pueden vivir sin contarse, en paz, tranquilamente. Ahora, cuando el mundo ha empezado a olvidarlos, parecen vivir establemente en su retiro, aparentemente sin darse por enterados de que su ciclo vital ha acabado. Podríamos desaparecer todos, los que ya hemos terminado con el mundo productivo, sin mayor apuro. Quizá sería un alivio para el mundo que desapareciéramos, como bultos inservibles que somos. Nada tenemos que hacer y nadie nos echará de menos cuando la estúpida prorroga concedida sin saber por qué, sin sentido ni finalidad, se acabe de una vez. Al fin y al cabo, los in-útiles solo podemos aspirar al grado máximo de realización haciéndonos in-existentes. Solo hay dos alternativas, se me ocurre sin pensarlo mucho: quitarte de en medio elegantemente o, si no puedes con esa grandísima prueba solo para valientes, combatir el aburrimiento haciendo “algo” (el aburrimiento es seguro para todos los que hemos terminado lo que teníamos que hacer). El otro día, caminado con Míster Brown (él vive con ilusiones diarias, feliz, porque no es consciente de lo que le pasará), oí en un podcast a Miguel del Arco, que decía: “Lo que nos hace permanecer es el relato, somos palabra, somos relato y somos y seguimos siendo mientras nos seguimos contando y si alguien u otras personas, en el caso de que hayamos fallecido, nos sigue narrando y, si no hay ese relato, dejamos de existir. La única forma que tengo de permanecer es formar parte de este relato”. Sentí, por un momento, que yo lo estaba haciendo bien en el combate feroz que mantengo para conseguir continuar con este asunto de seguir aquí, en el jodido mundo, con la terapia diaria que me traigo entre manos. O No.
29 JUNIO 2018
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