ESTO NO ES UNA CRÓNICA FUTBOLÍSTICA, SINO LA DE UNA INFAMIA I. No soy entendido en fútbol, aunque sí algo aficionado, pero, sobre todo, al buen juego en este deporte. Mucho más aficionado soy a observar los comportamientos humanos. A partir de estas premisas, dado que el campeonato mundial acaba hoy y tenía un equipo preferido antes de empezar (el de España, mi país), en el que las actitudes personales han tenido tanto que ver, me he formado una opinión que intentaré fijar aquí para no olvidarme: –los componentes del equipo formado para esta competición, del primero al último (léase, desde el máximo dirigente hasta el último integrante, que no sé quién puede ser), han prevaricado, sin que se sepa cuáles han podido ser las razones y oscuros intereses que han provocado tan anómalo y sedicioso comportamiento. Ante una total inepcia competitiva solo se pueden pensar en cuatro causas: una, los futbolistas son ya muy mayores (tanto como el de la fotografía); dos, no saben jugar a los niveles exigidos (han olvidado que se juega en sentido vertical y no horizontal y que, además, en este deporte nunca se gana parados, hay que correr o, como mínimo, andar deprisa); tres, pretenden reinventar el fútbol, es decir, jugar sin marcar gol y que los triunfos se decidan por tiempo de posesión, o algo parecido (a todos los equipos que he visto jugaban con la puerta contraria como referente de su deseo; España no, solo se pasaban el balón sin sentido ni propósito); y cuatro, saben jugar, pero no han querido. También puede ser que su mediocridad sea infinitamente superior a lo que suponíamos o, tal vez, su comportamiento malicioso ha sido el consecuente reflejo de la natural irresponsabilidad que es seña de identidad de nuestro modo de ser y estar en el mundo como país…