ESTO NO ES UNA CRÓNICA FUTBOLÍSTICA, SINO LA DE UNA INFAMIA, y II. Algunas razones más, a saber.
-Fue inconcebible que el máximo dirigente del organismo del fútbol del país se haya disparado en el pie, y a todos los pies de los aficionados, destituyendo al líder natural del equipo tres días antes de empezar la competición (por fichar con un equipo de la liga nacional). La única explicación es que esta persona padece un infantilismo patológico y suicida y unas pavorosas deficiencias y desequilibrios en su inteligencia emocional, impropias del nivel esperado en un cargo de esa relevancia.
-Inaudito también, que ese líder o seleccionador/entrenador con contrato en vigor, no esperara a terminar la competición para comprometerse con otra entidad, por muy bajo sentido de la responsabilidad que tuviera. Ninguno de sus homólogos de otros equipos habría hecho algo parecido.
-Dimensiones oceánicas adquiere el fiasco cuando, un tipo que estaba allí en funciones que nada tenían que ver con la dirección del equipo, acepta la misma sin haber efectuado previamente una mínima autoevaluación para así comprender que a él no le tocaba asumir esa tarea; a no ser que estuviera aquejado de una desmesurada, irresponsable y enfermiza vanidad. O codicia. Quizá habría sido más adecuado, cualitativamente, el nombramiento del utilero, seguramente mejor preparado. Con esa sensata y lógica designación, todo habría ido mucho mejor (sencillamente porque peor era imposible).
-La vergonzosa debacle se materializó con la actuación de los jugadores, responsables máximos. He visto todos los partidos del equipo (por llamarlo de algún modo) y esos futbolistas han jugado en todos ellos a perder, intencionadamente (probablemente querían tomar vacaciones cuanto antes). En el último partido ni siquiera llegaron a jugar, permanecieron inmóviles durante todo el tiempo de juego. Parados. Y, lo que resultó más bochornoso aún: el equipo contrario hizo lo mismo, luego perder no fue por acierto de los contrarios, sino porque todos decidieron no disputar el partido, como si todo estuviera arreglado de antemano (ninguno de los dos equipos disparó contra la portería contraria en 120 minutos, esencia básica de este deporte).
-Capítulo aparte fue nuestro portero, pieza clave en el sabotaje. No, no es que fuera un doble agente infiltrado, no, ha estado alineado con todos y cada uno de los equipos contrarios, con descaro y connivencia del entrenador impostor propio (dicen, los que han hecho cuentas, que de once disparos contra su marco, le han metido diez goles, algunos entre las piernas).
-Por último, y ya solamente en relación al último partido, después de meter un gol sin querer, como un accidente con el que no contaban (lo marcó en propia meta el contrario), enseguida procuraron arreglarlo cometiendo un penalti inconcebible, no fuera a ser que la selección contraria no fuera capaz de empatar por juego. A partir de ahí, el guion de la simulación era fácil: no correr y jugar siempre hacia atrás (jamás he visto a un equipo de fútbol con menos espíritu competitivo, indolencia y sentido autodestructivo). Llegaron a los penaltis de desempate y al portero le tocó actuar otra vez: alcanza un balón con la mano, para disimular, pero permite que el balón entre. A dos jugadores de campo les tocó completar la faena, fallaron y ya está, la infamia completada. La actuación de este equipo “nacional” debería ser conservada por los organismos futbolísticos mundiales como paradigma de actuación antideportiva o, como mínimo, susceptible de investigación por sospechosísimos indicios de pasividad fraudulenta y culpable.
PS: curiosamente, a España la han concedido el premio al -juego limpio-, justamente lo contrario de lo que he argumentado en estos dos últimos días, lo que demuestra, sobradamente, que lo que yo veo no es lo mismo que ven los demás. Irónico. Aunque, quizá, la razón de este premio haya sido porque como no han competido, y, en consecuencia, no necesitaban cometer faltas, lo que me daría la razón completamente. También, la moraleja podría consistir en que todo depende desde el lado que se miren las cosas. Supongo.
16 JULIO 2018
© 2016 pepe fuentes