UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (1). Que desde mi casa está lejos; no así desde Nepal, por ejemplo, que está justo al lado, pero no soy nepalí, no, ni mucho menos. En algún momento de este año, quizá al comienzo, pensamos en viajar a algún lejano lugar y, a continuación, se nos ocurrió China, como país desconocido para nosotros y lo bastante lejos. Partí con la idea de que era el último viaje largo que hacía, porque a mi edad ya no me apetecen los esfuerzos extremos e ir a China lo era, sin duda. Dice Andrés Trapiello: “Mientras pueda soñar con un viaje, de nadie podrá decirse que se ha hecho viejo”. Pero, a pesar de la viejud que me asedia, creí que físicamente podría llegar hasta allí, aunque soñar con China, lo que se dice soñar, no lo hice. A partir de cierta edad, los viajes no se sueñan, solo se hacen. Salimos de nuestra casa el treinta y uno de Julio, a las cinco de la mañana. El itinerario previsto era Madrid-París-Pekín. Estas son algunas de las nubes con las que nos encontramos y que, a falta de paisajes, buenas son. Siempre me han encantado las nubes por debajo de mi punto de vista, pero nunca las fotografío. Llegamos a las siete de la mañana del día siguiente, horario local (seis horas de diferencia). El vuelo resultó agotador, combatido con pastillas para dormir que me dejaron grogui; ese aturdimiento contribuyó a una desastre que comentaré en otro momento…
1 OCTUBRE 2018
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